Francisca Saraiba Acedo fue entrevistada en San Pablo de Buceite, Jimena, el 9 de septiembre de 2019. Francisca tiene 93 años y aporta información sobre su padre, JOSÉ SARAIBA SARAIBA, fue zapatero y guardia municipal en tiempos de la República, fusilado en 1937.
“Cogimos por el río Genal, metidos en agua, luego por la carretera adelante, los bombazos por arriba y venga a correr, un bultito cada uno que llevábamos. Cogimos la carretera adelante para Málaga, andando, andando. Llegamos a Fuengirola. En Fuengirola estuvimos un tiempo y nos juntábamos donde estábamos. Recuerdo que había una cama muy grande. Y nos fuimos a Mijas y de Mijas cogimos para la sierra, para la sierra, y los bombazos por arriba y desde el mar, los barcos. Me acuerdo como si fuera ahora mismo. Llegamos a Churriana y ya en Churriana nos quedamos allí en una casa muy grande que había y había gente de aquí de San Pablo, muchísimos”.
José Saraiba y su esposa, Francisca Acedo.
“ (…) y cogemos otra vez para Jimena porque no pudimos pasar a Málaga y nos vinimos otra vez para acá andando. Nos cogía un camión, nos soltaba otro. Ahora llegamos a Estepona y había tres calderos muy grandes con leche, café con leche y una mujer que venía con nosotros, Ana Garria no lo quería, decía que era para matarla. Me río y me reía allí, yo hasta con la guerra me reía, eso es lo que tengo que me río mucho… Eso no lo vi yo. Y en unas candelas estaban quemando a los muertos, allí mismo al lado de la carretera, como si fueran palos. Menos mal que no nos mataron a nosotros. Nos tomamos un vaso de leche y a andar otra vez. Entramos aquí por el río Genal, por donde nos fuimos volvimos después, metidos en agua. (…) Cogimos para aquí para el pueblo y un tío mío nos recogió. La casa nos la habían… Los moros se lo dieron a una mujer fuimos a pedírsela pero no nos lo dio, no quiso dárnosla. De la casa se lo llevaron todo: camas, ropas, todo lo que es de una casa, era una cosa que se había quedado vacía completamente. Ya mi tío nos recogió, que vivíamos en la parte de la cuadra”.
“Ellos iban a matar a mi madre, pero como venía embarazada pues mataron a mi padre. Y ahí está en esa foto, guapa y guapo. Con un bigote que tiene. Sí que era buena persona, lo querían mucho. Él no nos dejó cuando la guerra. Muchos dejaban los hijos y se iban… Él no nos dejó ni una hora siquiera. No quería dejar a mi madre, mi madre era… Y después de matarlo pusieron una pareja de guardias en la puerta para que no lloráramos. A él lo fusilaron en Jimena en el cementerio, arriba del todo… Con doce o catorce más, sí me parece que eran doce o catorce y a todos los conocía yo, que el pueblo era muy chico. Nueve años tenía yo entonces, y me lo sé todo, tal y como te lo estoy diciendo”.