Relato histórico

El pueblo de Ardales, a 453 metros sobre el nivel del mar, se ubica entre las estribaciones norteñas de la Serranía de Ronda y el complejo de embalses del Guadalhorce de la depresión de Antequera. Su situación geográfica determinó que se constituyese en cuartel principal en la retaguardia del frente tras la caída, bajo las tropas franquistas, de Teba y Campillos. Así, Ardales, en los meses previos a Febrero de 1937, hubo de alojar a una numerosa población militar, entre la que se encontraban importantes mandos y oficiales. Su seguridad estribaba en las baterías dispuestas en Mesa de Villaverde, en Almorchón y en el Desfiladero de los Gaitanes, y en la línea de trincheras, como las de Cerro del Conde o Loma de las Aguilillas, que, desde Peñarrubia, lo defendían del avance enemigo. El derrumbe de los frentes de guerra lleva a la población de Ardales a esconderse en los campos aledaños y huir hacia Málaga, independientemente de las ideologías, así cuando la columna de Peñarrubia, dirigida por el teniente coronel Gómez Cobián, hace su entrada en Ardales el día 7 de Febrero de 1937, lo encuentra prácticamente deshabitado. La inexistencia de resistencia y el abandono de las casas favorecieron el saqueo que llevaron acabo las tropas moras, sobre todo en las residencias más ostentosas, sin que se produjesen víctimas mortales. Sin embargo, tras el regreso de muchos huidos comienzan los juicios sumarísimos y las ejecuciones. Llaman la atención las acciones del día 19 de marzo, ese día se quisieron recrear, en macabro homenaje, las muertes de 19 personas víctimas de la represión republicana, con la ejecución de otras 38 personas, número que quizá responda a las conocidas amenazas de Queipo de Llano de acabar con el doble de vidas que hubieran sido ajusticiadas por el bando republicano. Estas personas tuvieron que hacer el mismo camino hacia la muerte que comenzó en el Ayuntamiento y terminó a pocos metros de la otra fosa. Incluso, en ese trayecto, llegaron a cruzarse con otra camioneta que llevaba los restos exhumados, el día anterior de la fosa común de Puerto Lucianes. Apenas tres o cuatro personas de las 38 fusiladas en ese día tuvieron que ver con los hechos de los que se les acusaba, como ejemplo el militante socialista Juan Paz Delgado quien, ingenuamente, pensaba que se salvaría por haberse destacado en intentar evitar las ejecuciones de los 19. Tras la caída de Ardales se da el mismo proceso que en otras poblaciones, el cambio del Ayuntamiento con la creación de una Comisión Gestora que, hasta 1949, estuvo desarrollando las funciones del extinto gobierno municipal, y el acantonamiento, durante bastantes meses, de un importante batallón de tropas nacionales.