Relato histórico

El 2 de febrero de 1937 las columnas nacionales rompen el Frente andaluz desde Ronda, siendo contenidas por los republicanos en la sierra de las Merinas. Este ataque, junto con algunos bombardeos de la costa malagueña desde el mar, constituirá el preludio del movimiento de tropas que comenzaría al día siguiente. Tras más de un semestre de guerra transcurrido, en Málaga no parece que exista una coherente dirección de guerra. Varios mandos militares se sucedieron al frente de la comandancia, sin llegar a tener un control militar total sobre las fuerzas que defendieron el territorio malagueño. Mientras que los sublevados, para montar la ofensiva sobre Málaga cuentan con el Ejército del Sur, al mando del general Queipo de Llano, con el apoyo de los aviones de la legión Cóndor, la ayuda de la Italia fascista de Mussolini y, finalmente, el apoyo naval de la flota, que ya había iniciado una campaña de bombardeos el 11 de enero, cuando el Canarias y el Almirante Cervera cañonean Málaga. El día 3 de febrero en el Frente Sur comienza el ataque a través de la Sierra Bermeja y la de Ronda. Los movimientos de tropas se desarrollan con una lentitud mayor de la prevista debido a la resistencia republicana. El día 4 se produce un ataque general. El ejército nacionalista, que ha roto el frente, ocupa Ojén y avanza hacia Alhama mientras que los barcos cañonean con artillería el litoral de Fuengirola hasta la carretera de Málaga. Las columnas italianas se unen a las del duque de Sevilla y hacen frente al tímido contraataque republicano en varios puntos del frente. Comienza a producirse un éxodo general hacia la capital en busca de protección, ha cundido el pánico, temen a los carros de combate italianos y creen que la llegada a la capital será su salvación para hacer frente a los franquistas. Mientras, en la capital, continúa el gran desorden organizativo y hay escasez de víveres y suministros. El día 5, la legión italiana comienza las operaciones hacia las seis y media de la mañana, se dirigen hacia los puertos de Zafarraya y de Los Alazores, donde los combates serán muy duros, hasta las dos de la tarde no pueden abrir una brecha, desde ese momento avanzan imparables sin encontrar más oposición, hasta que se hace de noche. Mientras que en la capital cunde el pánico ante los bombardeos desde el mar y el anuncio del avance nacionalista; y por la costa revientan las defensas republicanas y avanzan rápidamente hacia Málaga. El día 6 los sublevados siguen avanzando hacia la capital, con algunas dificultades, pero de forma imparable. Los republicanos huyen en desbandada abandonando el armamento y los mandos militares republicanos deciden trasladarse de Málaga a Nerja. Mientras que la población civil, ante la inminencia de la llegada de las tropas nacionalistas y los continuos bombardeos que están sufriendo sale hacia Almería por el camino de El Palo, a lo largo de la costa, en un proceso que ha venido a llamarse la huida y en el que se desplazaron entre 100.000 y 150.000 personas, dependiendo de las fuentes, de una forma muy desorganizada y que debieron sufrir los bombardeos que se efectuaron desde los buques de guerra nacionalistas y alemanes que acompañan la huida atacando la caravana desde la distancia, sin descanso. El día 7 los mandos de todas las tropas nacionalistas establecen enlace directo entre ellos y a las 9 de la mañana aparece la aviación llevando a cabo tareas de bombardeo y ametrallamiento de la población. Los aeroplanos bombardean también cañadas y valles por donde pretenden desenfilarse los batallones derrotados. Mientras que los cruceros Baleares, Velasco y Canarias se han trasladado enfrente de Motril y siguen machacando la costa para entorpecer la huida de la población hacia Almería. Las distintas localidades siguen cayendo, pero no será hasta el día siguiente que las tropas nacionalistas atraviesen el río Guadalmedina y penetren en el centro de Málaga, derrotando un pequeño conato defensivo a la entrada de la ciudad. Enseguida se toman prisioneros y comienzan las ejecuciones, se emprende una represión que en cifras se traduce en unas 4.000 ejecuciones sólo en la capital y más de 7.000 consejos de guerra durante el año 1937.