Relato histórico

En el año 1949 recibió sepultura en este Cementerio el cuerpo de Francisco Romero Arellano ("el de Juan Antonio") o Enrique, como se hacía llamar en la Agrupación Roberto a la que pertenecía, tenía 30 años y había nacido en Guájar Alto. Falleció el 12 de enero en el sitio llamado Taravatas , perteneciente a este mismo término municipal, a consecuencia de hemorragia interna por dos heridas de arma de fuego; una de ellas en la región inguinal derecha, con orificio de salida y otra en la pierna derecha, tercio inferior, ambas mortales de necesidad. El cuerpo fue enterrado en una fosa abierta en el tramo de entrada que mide dos metros de longitud por un metro treinta de profundidad, situada al lado derecho y dista noventa centímetros del muro de contención principal, cuatro metros del muro lateral derecho y dos metros al nicho de J.D.L. por el lateral izquierdo. La cabeza del cadáver quedó en dirección Norte y los pies al Sur. En el mismo recinto fue enterrado el cadáver de otro guerrillero apodado Cristino, era natural de El Rescate (Almuñécar), tenía 29 años, y trabajaba en el campo antes de marchar a la sierra. Al ser descubierto tuvo que huir a la sierra, y se llamó desde entonces Cristino, en honor a Cristino García Granda, héroe nacional en Francia por su lucha contra los nazis, y fusilado en Madrid al ser detenido después de pasar en 1944 por los Pirineos. En un principio estuvo en la partida de Tejero , posteriormente pasó a la de Ramón Vías y luego a la Agrupación Roberto. Cristino , hombre de acción, no rehuía el enfrentamiento; fue el organizador de una emboscada en Cantarriján, donde un cabo y dos guardias civiles fueron muertos y se les recuperó el armamento. También fue uno de los integrantes que hicieron frente a doce guardias civiles cerca del cuartel de Río de la Miel, donde falleció uno. Cristino murió a manos, no de la Guardia civil, sino de soldados del ejercito, a los que Cristino mandó echar cuerpo a tierra, pues los soldados no eran por lo general objetivos de la guerrilla, pero el cabo descargó una ráfaga que alcanzó a Cristino en la cara. En el tiroteo posterior, fallecieron el cabo y cinco soldados. El cadáver de Cristino estuvo expuesto a la vista de todos como era usual entonces, y lo enterraron en el cementerio de Otívar.